Ultra-izquierda tupamara

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¡Hasta la victoria siempre!

domingo, 24 de mayo de 2009

Hoy renuncié al MPP. ¡Viva el Frente Amplio!

Hoy domingo presenté renuncia ante la DIRECCIÓN NACIONAL del MPP. Es decir que dejé de estar obligado a la disciplina del grupo y a sus órganos de dirección.
Mañana de mañana voy a amanecer con una sola camiseta en el pecho: la del Frente Amplio. Ojalá que no haga frío, porque es la primera vez en muchos años que voy a andar tan desabrigado, ¡seguro que voy a extrañar el calor de tanto amigo!
Así es la vida y el que quiere celeste, que le cueste.
Y yo quiero celeste y por tanto voy a pagar los costos afectivos y políticos de dar este paso.
Podría habérmelo ahorrado. No era obligatorio para mí, ni lo es para ninguno de los otros precandidatos, pero prefiero pasarme de rosca si eso ayuda a dejar bien clara la siguiente verdad: no estamos en una competencia de fracciones donde se dilucida el reparto del poder dentro del Frente. Esto es sólo una carrera entre los candidatos, no entre los grupos. Si gano yo, no gana el MPP; si gana Danilo, no gana Asamblea; y si gana Marcos, no gana la Vertiente. Esta interna es sólo el método que la Constitución establece para elegir al candidato único de los partidos que comparecerán en las elecciones nacionales de octubre.
Al día siguiente de terminar este trámite, regresamos a nuestra manera de concertarnos. Regresamos a una tradición según la cual las mayorías no se llevan todo, sino que juntos se construye una resultante, un promedio y una mezcla.
El 49% no se destiñe de sus ideas y agarra el color que le manda el otro 51%. Nace un nuevo color, que es el de todos.
Esa es nuestra historia y así va a seguir siendo.
Porque los dirigentes tenemos claro que el Frente es una alianza policlasista, o no es el Frente. Es una alianza multicultural, o no es el Frente.
En las bases de esta alianza hay gente que la pasa bastante bien y gente que la pasa mal, gente que escribe libros y gente que no terminó la escuela.
Ningún partido exitoso en el Uruguay ha estado hecho de una sola tela. Nosotros tampoco.
Lo que nos une es la convicción de que una sociedad solidaria es mejor que una egoísta, y la convicción de que ese proceso hacia la justicia no es una carrera ansiosa sino una marcha tranquila. Y sobre todo nos une la más propia de nuestras convicciones, que para hacer lo que hay que hacer, se necesita un partido juramentado en la buena fe.
El Frente es ese partido. Es la herramienta que los uruguayos nos dimos para expulsar del poder a una clase política que no reclutaba servidores del Estado, sino servidores de sí mismos. Treinta y cinco años nos llevó forjar este formidable instrumento. Tenemos que cuidarlo como lo que es, una proeza de este pueblo.
En este oficio de la política se camina si uno tiene alma de cebolla y se va envolviendo en una capa hoy y otra mañana. El MLN, el MPP, el Espacio 609 y el Frente Amplio han sido mis capas sucesivas. En cada paso fui dejando parte de mis ideas anteriores y mezclándolas con las de los otros. A veces, porque eran mejores que las mías y a veces simplemente para conciliar y seguir adelante de la mano. Pero por mucho espíritu societario que se tenga, uno siempre sigue teniendo anclas en el club más chico. Te querés con todos, pero unos son hermanos, otros primos y otros sólo parientes.
Yo me salí de ese mapa, borré los círculos concéntricos y me quedé sólo con el círculo que nos envuelve a todos, que es el Frente Amplio. Voy a tener la misma intensidad de vínculo y el mismo compromiso con todos los frenteamplistas, todos igual de compañeros.

lunes, 18 de mayo de 2009

Vamos por otros cinco años con más de lo mismo.

La bandera del FA, TA!!!!!

¿Qué va a pasar si hay un nuevo gobierno del Frente Amplio?
Muy fácil, va a ser más de lo mismo.

En primer lugar, vamos a darle al país cinco años más de manejo profesional de la economía para que la gente pueda trabajar tranquila e invertir tranquila.
Y eso es sólo más de lo mismo.
En segundo lugar vamos a darle al país cinco años más de un gobierno fraternal con los de abajo. Cinco años más de un gobierno que dice: “hermano, vos que estás jodido, y estás jodido hace generaciones, tomá toda esta ayuda, comé mejor, educá a tus hijos, cuidá la salud. Hermano, nos duele no tener la varita mágica para cambiarte toda la vida. Pero de a poco, vamos a ir subiendo la escalera”.

Y eso es más de lo mismo.
Eso es lo que hemos venido haciendo, con todos nuestros defectos y nuestros límites, para mejorarle la vida cotidiana a los que no tienen nada.

Y en tercer lugar, vamos a darle al país cinco años más de nuestra fórmula secreta:
Cinco años más de buena fe y vocación de servicio en el gobierno.
Y eso sí que es más de lo mismo.
Eso sí no se compra en la farmacia.
Es una actitud vital, es una posición frente a la vida.

El Frente Amplio nació como una alternativa a un modo de hacer política dominado por el egoísmo. Los partidos tradicionales se habían convertido en maquinarias cuya primera prioridad era alimentar a sus aparatos, usando las posiciones en el Gobierno y en el Estado. A veces era clientelismo puro, acomodando a amigos y parientes. Otras veces era el desvío de contratos, y otras el despilfarro de recursos para salpicar los entornos.
Esos partidos terminaron ahuyentando a los idealistas y quedándose sólo con los interesados. Y cuando la gente se acerca al poder buscando una silla calentita en la que pasar los próximos años, es muy difícil que a la vez se hagan las cosas bien hechas. No importa qué buenas sean las ideas o qué sólida sea la formación profesional.
No hay manera de avanzar sin gente con una actitud generosa en el Gobierno, dispuesta al esfuerzo intelectual, al estrés, a tomar riesgos de críticas e incomprensiones.

Nosotros los frenteamplistas estamos en la política para servir a la gente. No estamos acá para que las posiciones en el Gobierno y en el Estado nos solucione nuestras vidas particulares, las de nuestras familias y las de nuestros amigos.
Venimos a servir, no a servirnos del Estado.
Y esto es casi la única cosa que no es negociable.

viernes, 8 de mayo de 2009

¡Agarrate Catalina, que se viene la revolución agraria!

Mis fieles discípulos...
No hay peor sordo que el que no quiere oír. Así que voy a gritar un poco, porque sospecho que una buena parte de los uruguayos se aburre con estos asuntos de chacareros brutos. Gritar quiere decir no tenerle miedo a las frases que pueden sonar medio apocalípticas.

Así que, con permiso para exagerar, digo:

1. En los próximos años el campo uruguayo puede cambiar como casi nunca antes en su historia.

2. Esos cambios implican las promesas más cercanas de hacer crecer a golpes la riqueza del país.

3. Esos mismos cambios contienen gravísimas amenazas para el modo de vida de mucha gente y para la salud del medio ambiente.

Y créanme, no son palabras, ya empezó a pasar.
Les doy un dato: hace cinco años la hectárea promedio valía 400 dólares y hoy está arriba de 2.000, un aumento de cinco veces, muy por arriba de cualquier otra cosa.
Y si un bien de capital, como es la tierra, aumenta cinco veces, es porque sus dueños calculan que se puede sacar cinco veces más ganancia.
La multiplicación del precio de los campos, siendo un hecho de gran tamaño, es la parte más chiquita de los cambios latentes.
Lo verdaderamente explosivo es que se va insinuando una tendencia a que la agricultura en gran escala sea la forma más rentable de uso de la tierra.
Más rentable no, escandalosamente más rentable, irresistiblemente más rentable.
Le sacan diez veces más valor.
¿Cómo lo hacen? Hacen un guiso de mucho capital con nuevas tecnologías.
Le ponen sembradoras y cosechadoras gigantescas y técnicamente maravillosas, a las que les falta hablar. Usan información satelital y son tan inteligentes que la herramienta que trabaja contra el piso recibe información de dónde hay una piedra y levanta la patita para pasar sin lastimarse. No es verso, hace dos semanas las vi trabajar en Lavalleja entre cascotes.Van caminando, le hacen el dribling al cascote y ponen la semilla en el pedacito de tierra libre.
Y a eso agregale las técnicas de siembra directa, que bajan los costos como loco.
Y agregale esos prodigios de la ingeniería genética que son los transgénicos, que aportan rendimiento, estabilidad y resistencia a las enfermedades.
Cada factor multiplica al otro y cuando se quiere acordar el resultado es 20 veces el de hace una década.

El proceso puede ser una aplanadora y dejarnos con un Uruguay irreconocible.
Si es para bien, el país será mucho más rico, los trabajadores van a estar tecnificados y muy bien pagos, el Estado cobrará impuestos a lo bobo y los lados más tristes de la vida rural, como el aislamiento, serán sólo un mal recuerdo.
¿Y si sale mal?
Una transformación de esta escala, impacta para todos lados. Produce pérdida de lugares de trabajo, abandono del campo de los productores chicos, y deja en la cancha un puñado de súper empresas, la mayoría desarraigadas y operando en Uruguay como un sitio más.
Sin contar las grandes interrogantes aún no despejadas sobre las consecuencias de los transgénicos y los agroquímicos masificados sobre el medio ambiente.

Por un lado el paraíso, por otro el infierno.
¿La querías fácil? No tengo.
Es complicado, contradictorio, difícil.
Pero está ahí y hay que ver qué hacemos. Lo único que por ahora tengo claro, es que no podemos permitir que agarre su propia dinámica y vaya a dar a donde sea.
Hay que meter mano. Va a haber que tomar muchas decisiones y errarle lo menos posible.
Lo peor que podemos hacer es transformar el tema en un campo de batalla ideológico. Si es así, va a ser una guerra de simplificaciones entre los partidarios del capitalismo salvaje y los que prefieren vivir pobres antes que nadie les toque “el paisito”.
Va a haber puros revolucionarios y puros reaccionarios, pero con los lugares cambiados. Esta vez, va a haber que pensar “afuera de la cajita”, como dicen los yanquis.
Ni qué decir si la discusión se pudre por el uso politiquero.
Así que, ¡agarrate Catalina, que se nos viene encima un tremendo relajo!
Yo cumplo con avisar.