Ultra-izquierda tupamara

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¡Hasta la victoria siempre!

sábado, 11 de julio de 2009

Danilo no es segundo de nadie.

Yo y Danilo...
Mis fundamentos para proponer a Danilo en el plenario

Nos juntamos aquí para cumplir al pie de la letra con la resolución del último congreso del Frente Amplio.
Y esa resolución dice que son ustedes los que eligen al vice de la fórmula.
Yo y Danilo podremos hacer todos los acuerdos que se nos antojen y fotografiarnos en los diarios, pero si ustedes no dicen que sí, vamos a tener que guardar las fotos que ya nos sacamos de recuerdo.
Así es nuestra democracia frenteamplista: ustedes mandan y si a los dirigentes no nos gusta, a llorar al cuartito.
Otros la tienen más fácil, cocinan la fórmula en secreto y, cuando las cámaras de televisión están prontas, ¡zas!, el vice repentinamente acepta la oferta y todos se emocionan y lloran. Es la telepolítica.
Nosotros somos anticuados: nos reunimos de a cientos, proponemos y votamos.
Así que les voy a leer la moción de la mesa política:
“Se propone al compañero Danilo Astori como candidato del Frente Amplio a la vicepresidencia de la República”.
Tiene la firma de todos los sectores políticos que integran la mesa y de los representantes de las bases.

Me toca fundamentar esta propuesta y de verdad no sé cómo hacerlo. Me viene a la cabeza aquella consigna de nuestra juventud: “Obreros y estudiantes unidos y adelante”. Algunos creyeron que eran palabras al viento. Le erraron, era una idea poderosa, la idea que se abrió paso en la historia y nos trajo en andas hasta el gobierno.
Eso somos, eso es el Frente Amplio, una síntesis del esfuerzo y la cultura.
Somos el punto de encuentro de la sensibilidad social y la inteligencia, y esta fórmula presidencial de Danilo más Pepe lo expresa con toda claridad.

¿Qué más puedo decirles para fundamentar la propuesta?
Sinceramente, habría que estar un poco mal de la cabeza para no querer a Danilo en la fórmula.
Si fuera por mí, hubiera redactado la moción de otra manera. Hubiera puesto algo así como: “Se propone para vice a nuestro mejor compañero” y no habría ni necesidad de ponerle el nombre.
No hace falta hablar del currículo, no hace falta hablar de la trayectoria, ni hace falta hablar de su compromiso frenteamplista.
No hay nadie aquí que no le tenga respeto y admiración. Empezando por mí.
Me tocó la tarea de ganarle la única carrera que puedo ganarle: la de conseguir un puñado de votos más. En todas las demás hubiera perdido lejos.
Siempre supe que hubiera perdido la carrera de la inteligencia, o la carrera de la formación. Ahora también sé, que hubiera perdido la carrera de la generosidad. Porque al aceptar mi propuesta sin condiciones, me dio una lección más.

Si ustedes aceptan la propuesta de la mesa, Danilo va a ser nuestro vice.
Y yo agrego: ¿vice?, ¡nada! Porque vice es como segundo y Danilo no es segundo de nadie.
Lo queremos para que sea primero a medias conmigo. Para que nos mejore el cuadro. Para que protagonice el gobierno.
Con Danilo, compañeros, el partido está robado.

Así que compañeros, no se me hagan los difíciles y voten la moción a cuatro manos.

Y a vos Danilo, gracias por adelantado.
En nombre mío, del Frente Amplio y de todos los uruguayos.
Tipos como vos hay muy pocos.
Vas a ver que juntos, rompemos los relojes, juntos nos comemos la cancha.

Danilo, camarada del alma, ¡Vamos arriba! ¡Juntos!

miércoles, 8 de julio de 2009

La decencia es un tema político.

Ejemplo de indecencia política...
La semana pasada invité a los blancos a comprometernos a luchar juntos contra dos amenazas a las inversiones: el infantilismo de izquierda y la corrupción en el gobierno.
Me temo que no les gustó porque sólo recibí descalificaciones.
Voy a insistir porque no se trata de un asunto menor.
Empiezo por las cosas en las que yo puedo ayudar: me comprometo a seguir trabajando para que la izquierda tome cada vez más distancia de algunas inercias ideológicas que nos vienen de los años setenta. Me refiero a cosas como el amor incondicional a todo lo estatal, el desprecio por los empresarios o la maldad intrínseca de los EE UU.
Si quieren lo grito: ¡abajo los esquemas!, ¡arriba la izquierda que es capaz de pensar afuera de la cajita!
En otras palabras, estoy recontra curado de las simplificaciones, de la división del mundo en buenos y malos, del pensamiento en blanco y negro. Arrepentido, si quieren.
Ahora pregunto: ¿están los blancos curados de las prácticas políticas que los llevaron a manchar su reputación? ¿Han cambiado los criterios que usaban para elegir a los directores de las empresas públicas o los mandos intermedios del Estado?
Lo que todo Uruguay sabe no se arregla pidiendo “no debatir sobre el pasado y hacerlo sólo sobre el futuro”. En el futuro todos somos la Madre Teresa.
Es cínico pedirle a una sociedad que disimule saber lo que sabe. Que es lo mismo que apareció en todos los diarios en su momento y lo mismo que se dijo en radio Sarandí hace tres semanas.
De esto no se sale con silencio.
Se sale aceptando los errores y explicando por qué no se van a volver a cometer. Especialmente, comprometiéndose a abandonar la costumbre de pagar con cargos en la administración los votos que arriman los operadores.
Por ese camino, más de un atorrante terminó sentado en sillones con poder y presupuesto, aunque no supiera nada de la tarea y aunque fuera ligerito de manos.
El caso del presidente del Banco de Seguros durante la administración Lacalle, cuyos delitos tanto salpicaron al gobierno, me parece un ejemplo perfecto. ¿Por qué se lo nombró presidente del Banco de Seguros sin tener ningún antecedente de bancos, de seguros, de gerente ni de nada, excepto acarrear votos? Porque tenía una lista propia que en el 89 marcó 7.914 votos. Con eso, menos del 2% de los votos que sacó Lacalle, le alcanzó para cobrar su contribución con el cargo. Cuando Lacalle envió al Senado el pedido de venia para nombrar a este señor, en el currículum adjunto figuraban méritos como haber sido miembro de la Comisión Municipal de Fiestas y funcionario de la Corte Electoral. Es decir que fue nombrado con perfecta conciencia de su incapacidad para la función.
¿Saben a quién designó el gobierno del Frente en ese mismo cargo? A un gerente del banco con más de 20 años de experiencia y que nunca en su vida consiguió un voto.
Pagar con cargos ha sido un mecanismo repetido hasta el infinito por blancos y colorados. La lógica era: cuántos votos arrimás, tanto sillón conseguís.
Por ese camino discurrió durante décadas la corrupción y la desidia en el manejo de la cosa pública. Alimentar las maquinarias partidarias condicionó a todos los gobiernos blancos y colorados. No sólo a Lacalle, también a Sanguinetti y a Jorge Batlle. Todavía recuerdo a este último, siendo presidente, decir que no le gustaban muchos de los directores de empresas públicas que él mismo había nombrado.
Y si no te gustaban, ¿por qué los nombraste Jorgito?
Porque había que pagar deudas políticas.
Y ese era Batlle, de cuya honradez nadie duda.
La decencia y la vocación de servicio son cosas demasiado importantes para sacarlas de la discusión. Podemos discutirlas por “todo lo alto”, como dicen los blancos, pero no se pueden silenciar. Si el tema les duele, de acá a octubre hay tiempo de sobra para reconocer los errores y comprometerse a no repetirlos.
Yo he hecho mi sincera autocrítica y pretendo que se me crea.
Estoy completamente dispuesto a creer la de los blancos, cuando la hagan.

jueves, 2 de julio de 2009

Breve manual para inversores.

El QKO.
Lacalle ha dicho que si él fuera un inversor esperaría hasta saber quién ganó las elecciones y según fuera el resultado invertiría o no.
Estos dichos constituyen una pequeña canallada de campaña electoral.
Nosotros decimos lo contrario: invierta tranquilo ahora que este país va a seguir ofreciendo la estabilidad y la seguridad que el capital requiere.
Todos los actores políticos relevantes somos conscientes de que en este mundo de hoy, hay que ser hospitalarios con la inversión, o el dinero se va para otro lado. Y con el dinero, se van los puestos de trabajo que tanto se necesitan.
Lacalle tiene perfectamente claro que yo he dicho esto en voz bien alta, los legisladores de su partido saben que en el Parlamento en los asuntos de macroeconomía hemos actuado como si fuéramos primos de Ignacio de Posadas, digamos primos terceros, por lo que sus declaraciones sólo pueden entenderse como una jugarreta electoral.
Ya que estamos, quiero recordarle al amigo Luis Alberto que las inversiones más profesionales, las orientadas al largo plazo no sólo piden una economía ordenada y respeto al derecho de propiedad. También se fijan, y mucho, en el rumbo del país, en los esfuerzos que se hacen para mejorar el medio ambiente social, en los grados de serenidad o convulsión, desigualdad o integración que se intuyen en el horizonte.
Si yo fuera inversor –y en una de esas me le animo a un tractorcito nuevo–, me alegraría de poner mi plata en un lugar donde las autoridades están preocupadas porque la gente coma todos los días, eduque a sus hijos y tenga esperanzas.
En este curso acelerado de cómo atraer inversiones, no quiero olvidarme de un factor que las expertos consideran decisivo: el grado de honestidad de la clase política.
Las empresas en serio huyen de los países gobernados por coimeros.
Dicen que Botnia pensaba instalarse en otro lado y que lo hizo en Uruguay porque aquí no tuvo que aceitarle la mano a nadie. Será verdad o mentira, pero es un comportamiento muy representativo de cómo hoy actúa el capital en serio.
Las administraciones donde andan sueltos cientos de tipos con poder, dedicados a hacer la suya, son un veneno para la sociedad. El daño que hacen es mucho más grande que la plata que se ponen en el bolsillo. Veamos si no el ejemplo de hace un tiempo, cuando se usó el poder del Estado para ordenar que todos los autos, creo que 300.000, grabaran números indelebles en los vidrios porque eso evitaba los robos. Los que llevaron adelante la norma estaban arreglados con los que grababan los vidrios, cosa que, todos los especialistas sabían, no servía para nada. Para llevarse una coima de uno, hicieron que la gente gastara inútilmente diez. Este modo de operar, multiplicado por años y multiplicado por miles de dependencias públicas, termina despilfarrando enormes recursos sociales.
A veces dan ganas de poner una ventanilla y pedirles que presenten sus proyectos de afanar al Estado. Si son proyectos delincuentemente solventes, pagarles las coimas directamente y pedirles que dejen sin efecto el proyecto. Sería mucho más barato.
Así que, entre todos, tenemos que mejorar las condiciones para atraer la inversión.
Hay que comprometerse a luchar tanto contra el infantilismo de izquierda como contra las prácticas deshonestas. Yo me comprometo aquí.
Soy todo oídos.